"Baronesa P. es el fruto de un verdadero trabajo de orfebrería,
lo que lo convierte en una cuvée diferente y única.
Su disponibilidad en cantidad limitada refuerza su carácter exclusivo."
Baronesa P.: un homenaje a la baronesa Philippine de Rothschild
Con la cuvée especial Baronesa P., Escudo Rojo rinde homenaje a su creadora, la baronesa Philippine de Rothschild. Fascinada por la riqueza de los terruños chilenos, la baronesa Philippine decide en 1999 elaborar su propio vino en pleno corazón del valle de Maipo: Escudo Rojo.
Veinte años después, la obra emprendida por la baronesa Philippine en Chile culmina con la cuvée que lleva la inicial de su nombre: Baronesa P.
Fruto del excepcional terruño que compone el valle de Maipo, este gran vino es el resultado de un ensamblaje de cinco variedades de uvas, dominado por el Cabernet Sauvignon. Destaca por sus complejos aromas afrutados y especiados, la elegante nobleza de sus taninos y el halo mágico que le confiere su historia.
Chile: un amor a primera vista para la baronesa Philippine
Hija única del barón Philippe de Rothschild, la baronesa Philippine de Rothschild es una apasionada del teatro. Recibe el galardón del Conservatorio Nacional de Arte Dramático de París en 1958 y comienza su carrera como actriz en la Comédie-Française. En 1988, a la muerte del barón Philippe, deja a un lado su carrera de actriz para continuar el trabajo de su padre y sucederle en todas sus funciones al frente de Baron Philippe de Rothschild.
Respetando el legado de su padre, la baronesa Philippine logra que la empresa familiar entre con paso firme en el siglo XXI. Con una energía comunicativa y un carisma arrollador, pone todo su empeño en modernizar y desarrollar la empresa familiar.
Fiel al espíritu pionero de su padre, que había creado en 1978 Opus One en California, en la actualidad considerado como uno de los mejores vinos del mundo, la baronesa Philippine decide, a finales de la década de 1990, implantar la sociedad familiar en Chile, atraída por el potencial de los terruños chilenos y la posibilidad de producir en ellos vinos a la altura de sus exigencias.
Se decanta de forma natural por el valle de Maipo, un lugar que, gracias a su geografía y topografía, reúne las condiciones ideales para el cultivo de la viña y permite obtener unas uvas con una perfecta madurez. La alquimia que se produce entre los terruños del valle de Maipo y el Cabernet Sauvignon, en concreto, permite elaborar vinos de excelente calidad, con una personalidad única y una elegancia digna de los más grandes crus.
En 1997, la baronesa se asocia con las familias Larrain y Guilisasti, propietarias de Concha y Toro, para crear un gran vino franco-chileno llamado Almaviva, uno de los mejores vinos de América del Sur.
Convencida del potencial de los terruños chilenos, dos años más tarde, decide reforzar la presencia de Baron Philippe de Rothschild en Chile y lanza Escudo Rojo.
La experiencia de los enólogos de Baron Philippe de Rothschild se pone al servicio de estos terruños a fin de revelar su excepcional potencial. La selección parcelaria y el arte del ensamblaje, sello distintivo de los vinos Baron Philippe de Rothschild, se llevan a cabo con la misma pasión y el mismo rigor que para la elaboración de los vinos realizados en Francia.
Un trabajo de orfebrería...
en la viña
La cuvée Baronesa P. es el resultado de una selección de los mejores micro-terruños chilenos. Es fruto de largos años de experiencia conjugados con el perfecto conocimiento de los suelos y las viñas, así como del empleo de tecnologías de punta como la medición de la electroconductividad del suelo. A lo largo de los años y las vinificaciones, la selección se ha ido mejorando y retrabajando para crear esta cuvée única.
Baronesa P. es el resultado del ensamblaje preciso y único de cinco variedades: el Cabernet Sauvignon, que es mayoritario, y después la Carmenère, el Petit Verdot, el Cabernet Franc y la Syrah, aportando cada una de ellas sus cualidades aromáticas y estructurales. Las variedades se ensamblan y se armonizan para formar el equilibrio perfecto de un gran vino.
Las viñas, de edades de 18 a 20 años, se cultivan mayoritariamente en guyot doble.
El Cabernet Sauvignon, el Cabernet Franc y la Syrah, plantados en 1997, 2003 y 2009, se cultivan en un suelo aluvial equilibrado, formado por gravas, limosos-arcillosos-arenosos a limosos-arcillosos, con la roca madre a 3 metros de profundidad. Disfrutan de un clima de tipo «mediterráneo», enfriado por el aire que desciende de la cordillera de los Andes, en especial durante el periodo estival. Esto produce una importante amplitud térmica entre el día y la noche, produciendo unas condiciones ideales para obtener una madurez perfecta de las uvas.
Para estas variedades, las plantaciones se realizan a partir de selecciones masales, así como clonales.
La Carmenère y el Petit Verdot, plantados en 1998, a partir de selecciones masales, se cultivan en suelos arcillosos y profundos, que aportan una estructura tánica flexible y elegante.
Asimismo, disfrutan de un clima de tipo «mediterráneo», pero con una temperatura media ligeramente más suave permitiendo a estas dos variedades tardías alcanzar una concentración óptima.
Y en la bodega.
Los racimos se cosechan a mano y se colocan en cajas para preservar su integridad hasta que lleguen a la bodega. Tras el despalillado, las bayas se someten a un minucioso procedimiento de selección manual y, después, a una selección óptica a fin de conservar únicamente las uvas perfectamente sanas y maduras. A continuación, se estrujan ligeramente antes de ser introducidas en cubas por gravedad.
El vino se cría en barricas de roble francés: 65 % nuevas y 35 % de un año. Para la añada 2018, la crianza tuvo una duración de 14 meses, aunque esta se ajusta en función de la añada, de forma que las notas aromáticas aportadas por la barrica estén completamente integradas en el buqué del vino.
Se realiza una cata y un seguimiento de las barricas regularmente. El ensamblaje de las cinco variedades es una etapa crucial, de una gran complejidad y precisión, que se realiza al final de la crianza. La proporción precisa de cada variedad se determina gracias a la cata realizada por los expertos enólogos de Baron Philippe de Rothschild. El nivel de exigencia es el mismo requerido para los grandes vinos que se elaboran en las propiedades de Pauillac. ¡Nuestro propósito es la excelencia!
Trabajamos minuciosamente cada etapa, cada elemento, cada detalle de la elaboración de Baronesa P. Los miembros del equipo mantienen un estrecho vínculo con la viña durante todo el ciclo de elaboración, con las uvas durante la vinificación y con el vino durante la crianza hasta el embotellado.
Este vino es accesible desde su juventud, pero se expresará plenamente tras 3 a 5 años, con un excelente potencial de guarda de 10 / 15 años.
intensidad
Complejidad, equilibrio y elegancia
Protegida dentro de una botella de oscuro vidrio, envuelta con una etiqueta negra de líneas puras con el emblemático Escudo Rojo de la familia Rothschild, la cuvée parece firmada por la gran dama del mundo del vino a la que rinde homenaje, la baronesa Philippine.
Esta botella incita a ser tocada por sus diferentes texturas y materias: las asperezas de la etiqueta, la suavidad del escudo, el frío del vidrio… La elegancia casi misteriosa que desprende solo puede despertar el deseo.
La degustación de Baronesa P. es una verdadera experiencia sensorial, rica y exclusiva. La complejidad del buqué aromático transporta a quien lo degusta al corazón de los terruños chilenos más hermosos. Unos terruños que dejan hablar su identidad chilena, pero también revelan una expresión única de las cinco variedades de uva, ensambladas en perfecta armonía.
